Trama 137

Lo sustentable: del equilibrio a la armonía, de la armonía a la coherencia

«Utilizamos la palabra armonía en dos sentidos diferentes: con más propiedad aplicamos el término armonía a las magnitudes espaciales, para significar una composición en el caso de las cosas que tienen movimiento y posición, cuando tienen entre sí tal coherencia que no admiten la intrusión de ninguna cosa homogénea; pero en un sentido derivado, usamos el término para significar la proporción en que unos constituyentes están mezclados»
(Aristóteles, De anima)

«..una partícula, al cambiar, modifica instantáneamente a otras a distancia
sin señales ordinarias que se propaguen dentro del espacio-tiempo»
(Paradoja EPR: Einstein, Podolski, Rosen)

El proceso de búsqueda del equilibrio nos hace transitar por el desequilibrio. Equilibrio que es objeto de búsqueda permanente del ser humano tanto es su propio ser, como en la sociedad que construye. Búsqueda que deberá emular al equilibrio dinámico de la naturaleza y el cosmos, que están en constante cambio, expansión, contracción, vida y muerte. Aunque el desequilibrio nos separa de nuestras potencialidades, la evidencia nos lleva al entendimiento de que el equilibrio, en sí, es algo a lo que aspiramos pero que nunca logramos del todo, estableciéndose una infinita relación dialéctica. El equilibrio se refiere a la armonía en la diversidad, busca que las partes que componen al todo, no se opongan simétricamente, sino que se complementen.  Por otro lado, las relaciones de las diferentes partes que componen una postura, una política o una afirmación, permiten la necesaria coherencia, manifestando la conexión que existe entre la idea y el pensamiento con la realidad. Sin coherencia no podemos establecer afirmaciones, es a partir de la coherencia que ordenamos el conocimiento.  Si queremos lograr equilibrio, armonía y coherencia que nos lleve a lograr diseños y realizaciones sustentables y sostenibles, no podemos dejar de considerar una inmensa cantidad de componentes, unos que hacen parte a la cotidianeidad y lo concreto de la vida y que tienen que ver con las relaciones sociales, políticas, económicas; con las leyes, con la historia y costumbres, las necesidades vitales y el entendimiento de la naturaleza; pero tampoco, y de manera inexorable, olvidar el desarrollo de la filosofía y la ciencia. En las últimas décadas, la nueva física y la neurociencia nos muestran hechos sorprendentes que seguramente cambiarán todo en el futuro cercano. Hechos tales como que, la transferencia de información entre partículas subatómicas se da a una velocidad superior a la luz, que esta información sigue unas coordenadas temporales (hacia atrás y hacia adelante en el tiempo); que el observador no sólo afecta al fenómeno que estudia, sino que en parte también lo crea con su pensamiento al emitir éste unas partículas llamadas psitrones; que nada en el Universo está aislado y todo lo que en él existe está, interconectado mediante un incesante intercambio de información. Es por esto, que necesitamos una nueva visión de la realidad, una transformación fundamental de nuestro modo de pensar, de nuestro modo de percibir, razonar, valorar y actuar.

Rómulo Moya Peralta, arq.