El escultor Bernardo Legarda. Símbolo del barroco quiteño (siglo XVIII)''

El libro, bellamente ilustrado con magníficas fotografías, destaca la valía patrimonial de la escultura en madera policromada de la escuela quiteña, la misma que representada por don Bernardo Legarda y del Arco, tallista, imaginero, pintor, restaurador y patrono del mayor obrador del siglo XVIII, es la expresión sin par del sincretismo cultural.  

 

Fines del siglo XVII, principios del XVIII: tiempo de tránsito y época de eclosión. Nuevas técnicas constructivas levantaban fortalezas espirituales. Nuevos procesos reconstructivos apuntalaban los antañones edificios. Nuevas concepciones plásticas triunfaban. Es el siglo de oro del Quito urbanístico y arquitectónico. El poder eclesiástico continuaba en apogeo, cofradías y capellanías se multiplicaban. Los mecenazgos no se detenían. La piedad era el leitmotiv de la colectividad. Los talleres artísticos alcanzaron ya personalidad propia. Es el medio en el que Bernardo Legarda vivió. Su obrador no se daba abasto, el regentado por Juan Manuel, su hermano, tampoco. Mas, para comprender y apreciar el gérmen de ese brote es necesario remontarse al pasado y cavar hasta encontrar sus raíces.